8.1.08

500 años de desigualdades

Recientemente se publicó un interesante libro escrito por Marshall C. Eakin titulado “The History of Latin America – Collision of cultures” (Palgrave Mc Millan) Interesante ver cómo mira un estudioso norteamericano lo que ha sido la evolución de América Latina, e interesante por algunas de las tesis que se plantean en el libro.

Eakin identifica como “el” gran problema no resuelto de América Latina el de la desigualdad. A través de su Historia, nos relata cómo ese problema fue acometido por todos los tipos de gobernantes que hemos tenido en estos 500 años de historia, sin resultados hasta ahora. No han resuelto los problemas de desigualdad ni el régimen colonial, ni el democrático, ni las dictaduras. No lo han resuelto gobernantes ni de derecha, ni de izquierda, ni de centro. Ni las revoluciones ni las evoluciones. El 20% más pobre sigue siendo muchísimo más pobre que el 20% más rico, y la diferencia respecto de sociedades como la norteamericana, la europea o Japón – incluso recientemente, las economías emergentes de otras latitudes – no se ha acortado. De hecho, en varios países se ha agrandado.

Extraña por eso, que hoy se “descubra” este hecho, común a nuestra Región desde siempre.

Lo notable es que hay consenso en cuanto a las causas, y en cuanto al “qué” hacer, pero no en cuanto al “como” hacerlo. El problema de fondo es el sistema. No el modelo: el sistema, que está enquistado en nuestra cultura desde los albores de nuestra historia.

Algunas comparaciones con la colonización inglesa pueden darnos algunas pautas referentes al “sistema”. Latinoamérica fue colonizada para incorporarse a la corona de España y Portugal. Los colonos venían a “hacer la América”. Desde Felipe II en adelante, el gobierno de las colonias se hacia desde Madrid o Lisboa. Latinoamérica se fundó mirando hacia la metrópolis. Una vez independizados, los nuevos países se miraron en Europa a la hora de decidir qué sistema de nación querían. Heredaron los esquemas centralizados y jerarquizados de poder. Perpetuaron el rol que los nativos tuvieron durante la colonia (mano de obra barata). Se centraron en desarrollar las ciudades, especialmente las capitales. La enseñanza, a pesar de todas las buenas intenciones y polémicas, siguió siendo un artículo de segunda categoría en la creación de la nación.

Los colonos que llegaron a Estados Unidos emigraban de su país para nunca más volver, con la clara intención de armar un tipo de sociedad distinta de la que venían. Emigraban porque no querían seguir viviendo el sistema en el que vivían. Porque se consideraban perseguidos o porque simplemente no les gustaba. Una vez independizados, se enfocaron en ser una especie de “ciudad en la colina”, un foco que iluminaría al mundo. Fue la primera república con Senado y elección desde la República romana, y claramente adoptaron muchas de las instituciones e ideas que inspiraron la Roma republicana. Tenían la convicción de ser pioneros, en muchos aspectos. Pusieron sus pilares en ideas pioneras: la importancia de la enseñanza, la libertad del individuo para emprender (La riqueza de las Naciones de Adam Smith se publicó el mismo año que la declaración de independencia de Estados Unidos) y el sentido de aventura, de construir algo nuevo.

Estados Unidos y Canadá tienen gobiernos distintos constitucionalmente, pero una misma idea país. Comparten una realidad muy similar. Latinoamérica sigue siendo esencialmente una amalgama de realidades distintas, unidas por el idioma, y solo muy recientemente por el sentimiento común del “ser latino”. Curiosamente han sido los latinos que viven en Estados Unidos quienes más han contribuido a dicha identidad.

Los países donde las desigualdades entre latinos son más reducidas son precisamente, Estados Unidos y Canadá, demostrando que el nuestro no es un problema de “raza”, ni de “modelo”. Es un problema de sistema de país, de visión de país, de tipo de país. Necesitamos una refundación. Y Chile no puede esperar al resto de Latinoamérica para llevarla a cabo.

La gente en norteamérica no espera que todos sus problemas sean resueltos por el Estado, porque crecieron en un ambiente donde se fomentaba la autosustentación. Los colonos recibían su tierra, y tenían que construir literalmente su vida, casa incluida. Ello no implica que el Estado no juegue un papel en la redistribución de la riqueza. Pero la gente sabe que tiene que salir adelante esencialmente con su propio esfuerzo y con las herramientas que tiene a su disposición: enseñanza y libertad de emprender.

Hablando con norteamericanos y canadienses hace poco, a propósito de esta curiosidad de que los latinos en dichos países son emprendedores, innovadores y surgen con esfuerzo propio, me decían que pensaban que la causa está en el enfoque de la enseñanza. Desde muy pequeños, los estudiantes son estimulados a mirar “out of the box” (fuera de la caja). A preguntarse cosas, tanto o más que a escuchar lo que les dicen. A desafiar los paradigmas. A investigar. Ellos ven el enfoque de nuestra educación, tanto colegio como universidad, más centrada en “recibir conocimientos” que en producirlos. Ese solo hecho revela una actitud pasiva de quien espera que le den, en vez de una actitud preactiva de quien espera descubrir.

La gran revolución pendiente de Latinoamérica es la enseñanza. Solo a través de esa vía las desigualdades se reducirán. El despilfarro mayor de recursos que tiene nuestra región es el de talentos: capacidades recibidas por la gente que nunca tienen la oportunidad de desarrollarse, de crecer. No es por lo tanto una cuestión de dinero. No cuesta más dinero, sino más esfuerzo. Romper las inercias. Cambiar el alma de la educación, hacia algo abierto, potenciador de la persona. Generador de creatividad, de empeño, de búsqueda de algo mejor que lo que hay. Como actitud, no como “principio”, ya que los principios que no se hacen operativos al final se convierten en un muro más que en un trampolín.

En Chile ha habido ideas innovadoras al respecto. Planes pilotos exitosos. Lo que no se entiende es por qué los planes piloto exitosos no se escalan inmediatamente. ¿Qué más necesitan para adoptarlos? Parece que la innovación es algo que nos gusta en el laboratorio, pero no en la vida real. Mientras no nos atrevamos a atrevernos, seguiremos con los mismos problemas endémicos que arrastramos desde hace 500 años.

Alfredo Barriga Cifuentes
24 de Septiembre de 2007

1 comentario:

Pablo Alvéstegui S. dijo...

Hola Alfredo!
Me gustó el artículo, tal vez tengo una visión similar. Pero lo que más me agrada es que una autoridad de gobierno tenga un blog para interactuar con la gente que no participa directamente del gobierno. Ojalá puedas mantener esta vía.
Saludos,
Pablo.