8.1.08

¿Salario ético o sentido común? La “Teoría del Bombeo”

Hace casi 100 años atrás, Henry Ford dijo algo de mucho sentido común: “Tengo que pagar buenos sueldos a mis empleados, para que puedan comprar mis automóviles”. Obviamente, podía pagar buenos sueldos porque revolucionó la productividad de sus operarios mediante la fabricación en línea. Pero el punto es que tuvo la visión de darse cuenta que, para la masificación en la venta de sus productos, él tenía el rol de mejorar la productividad de sus operarios, para así poder pagarles mejor y que le pudieran comprar sus automóviles.

Hoy, que en Chile está en discusión el tema del salario ético, pienso que esta anécdota viene mucho al caso. Hay cierto consenso general de que la “Teoría del Chorreo” no ha funcionado para reducir la brecha de desigualdad en el país. Se le echa la culpa al mercado. A los empresarios “tacaños”. Pienso que no es ni lo uno ni lo otro.

A los empresarios, siguiendo la lógica de Ford, se les puede culpar de no cumplir el rol con la visión que tuvo éste, vale decir, mejorar la productividad de sus operarios para así poder pagarles mejor y que puedan comprar más de sus productos – y de todos los demás productos. Falta de visión de futuro más que tacañería. Frente a la “Teoría del chorreo”, antepongo la “Teoría del bombeo”, y pongo a Henry Ford como padre de la misma, aunque – empresario él- jamás se interesó por ponerle nombre a lo que, sencillamente, es solo sentido común. En esa época no existía la “Responsabilidad Social Empresarial”, ni fue necesario crear una comisión para estudiar la desigualdad de renta. Solo aplicar el sentido común.

Ochenta años después, otro empresario, esta vez del conocimiento, tuvo la visión de que, para generar mayor productividad en su empresa – generadora de conocimiento – además de buenos sueldos tenía que compartir la propiedad de su empresa con sus empleados. ¿Resultado? Una de las empresas con mayor valor de mercado en el mundo, y que ha repartido el dividendo más grande de la historia, y ha tenido una capitalización bursátil record. Me refiero, por supuesto a Microsoft y Bill Gates.

La Teoría del Bombeo es muy simple: los aumentos de productividad de la empresa hay que “bombearlos” para abajo. Que lleguen al personal, mejorando sus rentas. Cuando los empresarios se ponen como objetivo mejorar la productividad de su empresa y entregar una buena parte de dicha mejora a sus empleados, el “salario ético” deja de ser un tema. Es sentido común.

Es más: cuando sucede que se “bombea” hacia abajo el producto de esa mayor productividad, el tema de la desigualdad también deja de ser un tema. No me cabe duda que la diferencia de ingreso entre Henry Ford y sus empleados era, en su tiempo, muchísimo más grande que la diferencia de ingresos actual en Chile. Sin embargo, los empleados de aquella época de Ford Motor Co. estaban felices porque con su sueldo tenían acceso a un bien que para sus iguales era un sueño. Y no me cabe la menor duda que la diferencia de ingresos entre Bill Gates y la persona que menos gana en Redmond, Washington, es incluso mayor que la que había entre Henry Ford y sus empleados. Sin embargo, pondría mi mano al fuego que el 50% de la población de América Latina se cortaría las venas por ser la persona que menos gana de Microsoft en Redmond, Washington. La desigualdad con el que más gana de Microsoft pasa a ser una anécdota.

Surge la tentación de decir que, puesto que los empresarios no tienen la visión de traspasar las mejoras de productividad en mejores salarios que hagan que haya más demanda por sus productos, es el Estado el llamado a cumplir ese rol, mediante políticas de redistribución de la riqueza, lo cual sería una suerte de “bombeo selectivo”. Pero ese sistema es también discrecional, arbitrario y afecto a juegos de poder político, lejanos a lo que necesita un país que desea ser eficiente y competitivo.

El problema de fondo en Chile es por ello un problema de mentalidad. Existe una ley por la cual se debe repartir el 30% de las utilidades entre el personal. ¿Realmente se está cumpliendo? Por lo menos en la minería del cobre debería notarse. ¿es así? Como buenos latinos, nuestra mentalidad es que si hay una forma de resolver un problema, convirtiendo esa forma en ley se asegura que el problema se resuelve. Sin embargo, de origen latino es también el dicho “hecha la ley, hecha la trampa”. Las leyes no resuelven los problema que provienen de la mentalidad de las personas. Por lo general, los agudizan.

Para que esta teoría del bombeo funcione realmente y tenga impacto en el país, sin embargo, tiene que poderse cumplir la hipótesis de Ford o Gates. O sea, debe ser posible mejoras de productividad. Parecería en principio que las empresas grandes, que cuentan con recursos para Investigación y Desarrollo, pueden llevar a cabo ese paradigma mejor que las PYME, que a duras penas sobreviven. ¿qué bombeo puede hacer un empresario que solo gana para su sustento? Es necesario capacitarlo para que haga mejoras en productividad. De paso, se resuelve otro mal endémico de Chile: muy pocas empresas PYME son al cabo de 10 años empresas grandes, y muy pocas empresas medianas son al cabo de 10 años empresas muy grandes. Cuando Ford partió, era una PYME. Cuando Microsoft partió, era una PYME. Pienso que estudiando los casos de países donde hay muchos casos de PYME que se desarrollan y pasan a ser grandes y exitosas empresas se pueden sacar luces de cómo revertir esta realidad en Chile.

Pero, de momento, por lo menos las empresas rentables deberían tomar nota. Por su propio bien.

Alfredo Barriga
Noviembre 2007

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