Para que
América Latina pueda aprovechar realmente los beneficios que trae la nueva
revolución digital, que para el año 2025 va a tener un impacto económico
equivalente a entre una y dos veces el PGB de Estados Unidos, es necesario un
cambio de mentalidad radical. No sé si podremos hacerlo: solo sé que debemos
intentarlo.
Nuestros
países fueron fundados sobre la conquista. Los territorios conquistados eran
explotados mediante encomiendas. Desde entonces, la base del bienestar de la
región ha estado basado en los recursos naturales. Pero para el siglo 21
necesitaremos fundamentalmente capital intelectual.
Ninguna
Universidad de la Región está entre las 100 mejores del mundo. Las
patentes por cada millón de habitantes son de apenas 26, contra 3.254 de Corea
del Sur (que tenía un PIB per cápita inferior a Chile hace 50 años). El capital
intelectual no es parte de nuestro modelo de desarrollo. Esa es nuestra
principal debilidad frente al siglo 21. ¿Cómo sería el PGB de América Latina si
todos sus habitantes trabajaran en lo que tienen más talento natural,
desarrollado durante su formación básica y superior?
Llevamos
años escuchando que se debe dejar de depender de los recursos naturales y se ha
de crear una economía del conocimiento. Sin embargo, reformas como la
educacional o la laboral que actualmente se discuten en Chile siguen siendo
pensadas para un país de economía primaria. Seguimos haciendo lo mismo
esperando un resultado diferente.
La principal
reforma educacional de Chile debería ser añadir a sus objetivos - como algo
central - el desarrollo de los talentos naturales de las personas. El foco de
todos los programas de los Gobiernos de la Región debería estar en el apoyo al
emprendimiento en los campos relacionados con los sectores que más van a crecer
en el siglo 21, y que están claramente identificados. O volveremos a la
pobreza.
Alfredo Barriga